The shape of water: otra lectura
Análisis de la película ganadora del Óscar 2018
The shape of water es una película dirigida por Guillermo del Toro y que recientemente fue premiada con el Óscar a mejor película. Pero ¿qué es The shape of water?, ¿una historia de amor, de ciencia ficción, un melodrama, una tragedia? Además de todas estas interrogantes, también se me ocurre preguntar ¿qué significa el título?, ¿por qué hay un monstruo?, ¿qué es el monstruo?, etc. Para responder a todos estos cuestionamientos, iré primero por el título.
Bien, ¿cuál es la forma del agua? Como nos han enseñado, el agua no tiene una forma establecida, es maleable; más bien, obtiene su forma de acuerdo con el recipiente en el cual se encuentre, ya sea este un vaso, una tina, una piscina, etc. Entonces, el agua no tiene una forma predeterminada, pues no existe solamente una, sino varias formas del agua. Si el agua no tiene una forma, ¿qué más no tiene una forma?, ¿el amor, el deseo, el monstruo?
En The shape of water se narra la historia entre una muda, Elisa Esposito, que habla a través de señas, que no tiene habla y, además, parece que es extranjera y tiene un trabajo honesto, aunque del rango más bajo, auxiliar de limpieza. Su compañera es una afroamericana en el contexto del año 62, antes de las luchas por los derechos civiles y cuando la segregación era oficial en algunos estados del sur de los Estados Unidos. El compañero de piso de Elisa es un pintor fracasado, sin trabajo y homosexual, quien tiene que ocultar su atracción por el contexto histórico y social en el que vive. Hasta ahora, hemos visto a tres personas marginales de los años 60. En contraposición a ellos se encuentra Richard Strickland, un hombre blanco con la familia perfecta: una mujer, dos hijos, una casa, un auto último modelo. Su comportamiento es el de un déspota a quien no le interesa la criatura que acaba de llevar al laboratorio, pues la maltrata constantemente, sino ascender, tener un mejor puesto al precio que sea necesario, así sea sacrificar a la criatura. Un clásico ejemplo de egoísmo empresarial norteamericano.
También hay otro personaje importante, el doctor Robert Hoffstetler, quien en realidad es un espía sovético de nombre Dimitri Mosenkov, quien recibe órdenes de sus superiores de matar a la criatura antes de que la examinen los norteamericanos. Él, a contraposición de Strickland, no desea ascender o estar mejor posicionado en su país, sino que se interesa por la criatura y desea salvarla. Por ese motivo, rechaza el plan original que le imponen sus superiores y se une al plan de Elisa para salvar al monstruo. Entonces, tenemos a cuatro subalternos (la muda inmigrante, el homosexual, la afroamericana y el espía renegado) luchando contra el sistema hegemónico (Strickland, los Estados unidos, y los espías soviéticos).

fotograma del film
Mientras que para Strickland o los soviéticos la criatura es una cosa más, para los demás significa mucho más que eso: es una persona, pues “parece humano, parece que se comunica, parece que camina, parece que respira, entonces debe ser como nosotros”. ¿Qué es la criatura? Es otro que no habla, pues no puede hablar, otros hablan por él, parafraseando a Spivak. Es un otro que viene de Sudamérica y no habla (¿inglés?), se encuentra encerrado, explotado, los demás no lo entienden, creen que es un monstruo que no sirve para nada y solo lo sacrificarán para analizarlo como un objeto más. Aquí me pregunto: ¿quién está más cerca del mosntruo, Strickland o Elisa? Está claro que Elisa y sus demás compañeros entienden al monstruo, porque ellos también son monstruos para el sistema hegemónico, son otros, tiene una falla que no les permite ser vistos y tratados como humanos comunes y corrientes, ya que una no habla, la otra es negra y uno es homosexual. Cada uno de ellos son vistos como otros marginales, aunque el otro más puro sería la cosa, la criatura.
Hasta aquí todo va bien. ¿Por qué Elisa Esposito siente atracción por el monstruo? ¿Qué significa el amor? Si la criatura es el otro recién llegado —como el inmigrante que no habla inglés—, el otro en su forma más pura, ¿por qué Elisa se enamora de él? Si tomamos las ideas de Doris Sommer en Ficciones fundacionales, el amor es el que une, dentro de la ficción narrativa, a los grupos sociales y razas distintas entre sí para formar una nación donde antes hubo guerras y disputas. El amor entre las parejas de las novelas del siglo XIX sirvió para unir a grupos distintos dentro de un mismo territorio recién formado luego de las luchas independentistas. Por lo tanto, en The shape of water, el amor funciona de esa forma: une a los dos marginales (Elisa y la criatura) en contra de los deseos del poder hegemónico (Strickland). Además, la película nos muestra cómo el amor sobrevive, mientras que el personaje que intenta separarlos es finalmente derrotado, ya que la unión permanece (la unión entre los otros, los marginales) y los conservadores racistas y xenófobos desaparecen.
The shape of water es un largometraje muy actual, que toca temas que se debaten constantemente: la marginalidad, el amor, la comunicación con los otros, por ejemplo. La película de Guillermo del Toro es una hermosa fábula sobre el entendimiento del otro como un ser humano que, aunque es diferente a nosotros, no deja de ser un individuo como todos.