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Fujimori después del rescate de rehenes del mrta en 1997

El fujimorismo vs el antifujimorismo: ¿una cuestión de clase?

El fujimorismo fue la democracia que la clase media peruana nunca quiso ni aspiró tener.

Publicado: 2016-05-23


En medio de un proceso electoral es difícil para cualquier persona tomar una decisión trascendental para el futuro del país. En esta oportunidad, mi objetivo es explicar social e históticamente la aprobación tan abultada del fujimorismo en las últimas elecciones generales peruanas. Además, explicar el arraigo popular que sostienen desde hace más de 25 años y también rechazo de una parte de la población que no quiere regresar al gobierno de los años noventa.

En general, el fujimorismo siempre trabajó para los más pobres y necesitados del país: las clases populares. Ellos nunca tuvieron un Estado que los acoja y proteja. Mientras fueron maltratados durante los años 80 y principio de los 90, con el auge del fujimorismo empezó la campaña de continuo asistencialismo. Alberto Fujimori (AF) utilizó el Ministerio de la Presidencia del Perú para construir colegios, postas y puentes donde nunca los hubo; movió fuertes sumas de dinero hacia los pueblos más olvidados y solucionó sus problemas cotidianos donde ningún presidente lo había hecho. En síntesis, AF se “vendía” como producto mediante el ministerio antes mencionado (manejado con sus propios recursos) y los medios comunicación (sobre todo en su segundo periodo) como el hombre que actuaba y resolvía directamente los pedidos de la población.

Para las clases medias, el auge del fujimorismo representó la continuación del estado deficiente de los años 80.

En cambio, para las clases medias, siempre disminuidas y de pequeña población, el auge del fujimorismo significó la continuación de una educación básica deficiente, derechos laborales mermados, acumulación de poder por el Ejecutivo en las demás entidades del Estado, una salud diezmada, los medios de comunicación comprados o débiles, y un largo etcétera que es un resumen de lo vivido en los gobiernos democráticos de los 80.

Los que nunca estuvieron dentro del estado se sentían incluidos,  mientras los que estaban dentro del sistema —la clase media— les siguió pareciendo un estado ineficiente y de bienestar efímero.

En esa disyuntiva, para el peruano promedio de clase media, lo que siempre tuvo siguió igual o peor; mientras que para el que nunca tuvo ayuda del Estado, lo poco y deficiente que le entregaba AF significó mucho para ellos. Los que nunca estuvieron dentro del estado se sentían incluidos (por fin existían), mientras los que estaban dentro del sistema —la clase media— les siguió pareciendo un estado ineficiente y de bienestar efímero.

Para una peruano de clase media, Alberto Fujimori fue la continuación de los anteriores gobiernos.

Por eso uno siempre escucha a la población decir que con AF sí tenían comida, colegios, uniformes, desayunos escolares, postas, atención inmediata, etcétera; sobre todo en las clases populares emergentes y el interior del país. Mientras que para una persona de clase media —que tuvo la oportunidad de estudiar en un colegio privado, tener casa propia, ir a una universidad privada, ir de viaje al extranjero de vez en cuando, etcétera—, AF fue más de lo mismo. Agregaría algo más, fue la democracia que no quisieron ni aspiraron tener. Por ello, varios peruanos que vivieron su juventud y madurez en los 90 rechazan tajantemente el fujimorismo como expresión política, porque simplemente no los incluyó ni benefició: fue igual de corrupta y débil que sus antecesores. Fue la democracia no deseada ni prometida, sino todo lo contrario: una autocracia que buscaba legitimarse en cada elección.

Haciendo un paréntesis, voy más allá explicando por qué la izquierda peruana es antifujimorista. Y es porque la izquierda ha perdido sus bases populares; las ha perdido por el fujimorismo. Ahora, la izquierda representa a esa clase media que no recibió beneficios sociales ni gubernamentales en los años 90. Representa a ese cúmulo de gentes que no desea una “democracia a lo Fujimori”, sino una democracia con estabilidad, voz y representatividad de todos los grupos sociales del Perú. Y esta elección es eso: elegir entre la democracia fujimorista y la democracia con alternancia y un estado eficiente que se prometió y hasta ahora no se consigue.


Escrito por

Ernesto Castillo

Soy crítico literario, músico, teórico, gusto del teatro y la filosofía. Últimamente me dedico a escribir.


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Letra 0culta

Textos sobre teoría y análisis literario y social.